Investigadores de Neuropsicofarmacología del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona, han certificado en el estudio publicado en la revista 'European Neuropsychopharmacology' que, en roedores jóvenes que han ingerido alcohol, su respuesta emocional en edad adulta está alterada debido a que quedaron afectados diversos sistemas de señalización en determinadas regiones del cerebro. Estas alteraciones producidas por el consumo de alcohol están relacionadas con la aparición de trastornos como la ansiedad y la depresión.

 

La ingesta de alcohol durante la adolescencia repercute en la expresión del sistema endocannabinoide, principalmente en dos regiones cerebrales –el hipocampo y la corteza cerebral– partes asociadas con el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Todas estas zonas forman parte del circuito de la recompensa, lo que las convierte en primordiales cuando se desarrolla una adicción. Cuando se provoca una alteración en este sistema pueden aparecer signos de ansiedad, experimentar un estado emocional negativo provocado por la abstinencia y, además, si la ingesta de alcohol es temprana estas alteraciones se arrastran hasta la edad adulta provocando a largo plazo respuestas emocionales inespecíficas.

 

Por parte de los expertos se realizó la caracterización de la expresión genética del sistema endocannabinoide en roedores adultos que se expusieron a lo largo de toda su juventud al alcohol. Este sistema de señalización lipídico es muy relevante, pues está implicado en la modulación de numerosos procesos fisiológicos a nivel central y periférico que permiten mantener el estado de equilibrio necesario para que el organismo funcione correctamente, también conocido como homeostasis.

 

La adolescencia es un periodo clave y muy sensible al realizarse la transición hacia la edad adulta y la consolidación de las respuestas cerebrales. Tal y como indica la investigadora Antonia Serrano, autora del estudio: "Estudiamos esta etapa porque en ella la capacidad de decisión y control de los actos suele ser más vulnerable y porque aún hay órganos del cuerpo, como el cerebro, en fase de maduración que son especialmente susceptibles a las acciones de sustancias de abuso como el alcohol y la forma de consumirlo". "El patrón de consumo más habitual entre jóvenes y adolescentes suele ser de borrachera o atracón, y estas cantidades excesivas de alcohol en un corto período de tiempo se ha vinculado con la aparición de alteraciones emocionales y déficit cognitivo en etapas posteriores".

 

Los investigadores trabajaron con dos grupos separados de roedores de edades comprendidas entre los 21-50 días de vida (equivalentes a su juventud). Un grupo tuvo a su disposición alcohol y agua en todo momento y el otro grupo dispuso únicamente de agua. "Colocamos dos botellas en cada jaula, una rellena con una solución de etanol y otra que contenía agua, en el caso del grupo alcohol, y que intercambiábamos de posición diariamente. De esta forma, tenían la oportunidad de elegir libremente si beber de ambas, de una u otra botella".

 

Los jóvenes que consumen alcohol pueden sufrir alteraciones relacionadas con el comportamiento emocional

 

Según Serrano, "la fase de abstinencia se inicia en el momento que se le retira la botella de alcohol a los animales. Esta fase se caracteriza por la aparición de un estado afectivo negativo, mostrando ansiedad, estrés e incluso depresión. Las evaluaciones que realizamos indicaron que a las dos semanas después de haber interrumpido el consumo de alcohol, no se observan síntomas físicos, pero sí había alteraciones a nivel emocional", afirma Serrano.

 

Se obtuvieron datos de los roedores después de aplicar una batería de pruebas de comportamiento donde se evaluaron sus respuestas locomotoras, exploratorias, y de cognición. También realizaron un estudio post mortem en las ratas adultas, extrayendo partes del cerebro (corteza prefrontal, amígdala e hipocampo) y plasma sanguíneo.

 

Las regiones cerebrales evaluadas forman parte del circuito cerebral de recompensa por lo que fueron seleccionadas para examinar la expresión genética del sistema endocannabinoide y de algunas proteínas inflamatorias mediante la técnica de PCR a tiempo real. En el análisis del plasma sanguíneo se midieron los niveles de endocannabinoides circulantes que actúan como marcadores o sensores de lo que sucede en el cerebro.

 

"Con estos análisis observamos que las ratas que habían consumido alcohol en edad adolescente presentaban cambios importantes en la expresión del sistema endocannabinoide en la corteza prefrontal y el hipocampo. Estos cambios podrían estar detrás del estado emocional negativo que se produce durante la abstinencia, con la aparición de síntomas de ansiedad. Además de los cambios en el cerebro también pudimos observar cambios en los niveles de estas señales en el plasma" concluye Serrano.