Desde la Universidad de Ginebra (UNIGE), un grupo de neurocientíficos exponen en un estudio publicado en la revista 'Science', que la serotonina actúa como un freno intrínseco a la sobreexcitación del sistema de recompensa provocada por la dopamina, neurotransmisor que provoca la adicción.

 

De entre todas las personas que consumen cocaína hay un 20% que acabará siendo adicta a ella. A través de un nuevo método experimental, se ha descubierto un mecanismo cerebral específico de la cocaína, el cual tiene la particularidad de desencadenar un aumento masivo de serotonina, además del aumento de dopamina común a todas las drogas.

 

Se puede definir que una persona adicta busca de forma compulsiva una sustancia determinada, aunque esta le provoque consecuencias negativas a su propia persona. Aparte, la dependencia tiene como rasgo característico la aparición de un síntoma de abstinencia -cuyos efectos físicos varían mucho de una sustancia a otra- cuando se interrumpe el consumo de manera brusca. Esta dependencia puede afectar a todo el mundo, pero la adicción solo lo hace en una minoría poblacional. Se calcula que un 20% de los consumidores de cocaína y un 30% de consumidores de opiáceos son adictos.

 

Christian Lüscher, profesor del Departamento de Neurociencias Básicas de la Facultad de Medicina de la UNIGE, que dirigió la investigación, declara que, "el mismo principio se aplica a todos los productos potencialmente adictivos. Aquí en Suiza, por ejemplo, casi todos los adultos consumen alcohol de vez en cuando, que es un fuerte estimulador del sistema de recompensa. Sin embargo, únicamente una pequeña proporción de nosotros se convertirá en alcohólicos".

 

Para entender cómo aparece la adicción a la cocaína en nuestro cerebro se desarrollaron varias pruebas, "la mayoría de las veces, los experimentos científicos pretenden reproducir un mecanismo sistemático. En este caso, la dificultad radica en observar un fenómeno aleatorio, que se desencadena solo una de cada cinco veces", relata Yue Li, investigador del laboratorio de Christian Lüscher y primer autor del estudio.

 

A un grupo de roedores se les enseñó en un primer momento a autoadministrarse cocaína voluntariamente para añadir posteriormente una serie de restricciones, por ejemplo: cada vez que se autoadministraban cocaína los ratones recibían un estímulo ligeramente desagradable (descarga eléctrica o chorro de aire).

 

Con la repetición del experimento se pudieron estipular dos grupos; por un lado, el 80% de los ratones dejó de consumir, mientras que el 20% continuó, a pesar de las molestias desagradables. "Este comportamiento compulsivo es precisamente lo que define la adicción, que afecta al 20% de los individuos, tanto en ratones como en humanos", apunta Vincent Pascoli, colaborador científico del grupo de Ginebra y coautor de este estudio.

 

Cuando el experimento se repitió con ratones en los que la cocaína ya no estaba vinculada al transportador de serotonina, de modo que solo aumentaba la dopamina cuando se tomaba la sustancia. Se obtuvo que el 60% de los ratones desarrollaban entonces una adicción. Lo mismo se encontró en otros animales con un protocolo de estimulación del sistema de recompensa que no afectaba a la serotonina.

 

Christian Lüscher destaca que "si se administra serotonina a este último grupo, la tasa de adicción desciende al 20%. La cocaína tiene, por tanto, una especie de freno natural que es eficaz cuatro de cada cinco veces".

 

En el 20% de los adictos a la cocaína la serotonina ha sido la responsable de su adicción

 

Con el consumo de cocaína nuestro cerebro produce dopamina, cuyo aumento repentino provoca la compulsión, y, por otro lado, tenemos a la serotonina que actúa como freno a la compulsión. Cuando se desencadena un desequilibrio entre estos dos neurorreguladores y la dopamina supera a la serotonina es cuando se produce la adicción a la droga.

 

Christian Lüscher explica que, "en realidad, la dopamina desencadena un fenómeno de plasticidad sináptica, mediante el refuerzo de las conexiones entre las sinapsis del córtex y las del estriado dorsal. Esta intensa estimulación del sistema de recompensa desencadena entonces la compulsión. La serotonina tiene el efecto contrario al inhibir el refuerzo inducido por la dopamina para mantener el sistema de recompensa bajo control".

 

El efecto adictivo de la cocaína se reduce naturalmente gracias a la serotonina. Ahora los neurocientíficos estudiarán los opiáceos -que son más adictivos que la cocaína- y la ketamina -que lo es menor grado- el objetivo de estas investigaciones es comprender en detalle cómo reacciona el cerebro ante estas drogas y por qué algunas personas son mucho más vulnerables que otras a sus efectos nocivos.